miércoles, 30 de julio de 2008

La Sociología en su Laberinto

A MODO DE PRESENTACIÓN

El poeta peruano Antonio Cisneros calificó de manera precisa a Carlos Marx, cuando lo llamó “viejo aguafiestas”, y yo creo que los sociólogos debemos emular la égida del autor de El Capital, no necesariamente en cuanto a su impronta ideológica, sino en cuanto a esa vocación irrefrenable de “someter a todo a una crítica implacable”.

Siendo este, un libro para un curso de introducción a la sociología, debe enfrentar dos retos complementarios y a la vez paradójicos: abarcarlo todo y abarcar lo más somero. Por ello hemos intentado, al mismo tiempo, seleccionar lecturas que abordan los temas básicos de la sociología, y textos que en nuestro medio resultan novedosos en cuanto a su enfoque y/o en cuanto a la temática que tratan; pero siempre teniendo en cuenta el talante contestatario al que aspiramos y asumimos como condición sine qua non de una sociología que tiene las ventajas y los riesgos del francotirador.

Y quien se agazapa para el tiro certero no puede padecer de ceguera, por el contrario, tiene el ojo del vidente, del que es capaz de adivinar el siguiente movimiento de quienes lo rodean. Ese es uno de los objetivos de la sociología -como también lo es de las otras ciencias-, la predicción que se basa en la explicación de los fenómenos, sociales en este caso.

Pero los ojos dejan de ver, a fuerza de repetir lo ya mil veces visto, y aquí se distingue el sociólogo de los demás, cuando desarrolla su capacidad de asombro no ante lo inusitado y extraño, sino ante lo rutinario y “normal”. Entonces, como Marx y tantos otros, devela intereses y poderes, donde los demás solo ven “el devenir natural de las cosas”. Esta actitud del asombro ante lo que no llama la atención al común de las gentes, convierte al sociólogo en una suerte de poeta; y en esta sociedad tan dada a no poner en cuestión nada, en el albatros de Baudelaire: “exiliado en el suelo”, “sus alas de gigante le impiden caminar”.

Y aquí hay que decirlo, que lo que más importa en la sociología no es el ojo, sino la mirada. Y hay muchas formas de mirar. Precisamente, en este libro hemos querido reunir una pluralidad de miradas que parecen evidenciar que la realidad antes que ser una categoría dada, es una categoría a ser construida, y por tanto admite muchas posibilidades y promueve ardorosos debates en los que si bien los contrincantes no se mueven, el piso sobre el que apoyan sus ideas gira en tres dimensiones de cuando en cuando, recolocando y descolocándolo todo al mismo tiempo, como en un laberinto móvil en el que los puntos cardinales han perdido todo sentido, posmodernidad que le dicen.

A esto último se debe el título de esta antología, y a todo lo demás nuestra certeza, de que los sociólogos como los poetas, deben ser expulsados a toda costa de la República perfecta de Platón, por su condición irrenunciable de aguafiestas.

José Luis Ramos Salinas, junio de 2008